Vivir Sanamente

diciembre 01, 2020

Cómo la meditación mindfulness cambió mi vida y puede cambiar también la tuya

La práctica de mindfulness, que se traduce como "atención plena" o "consciencia plena", apunta a que logremos enfocarnos en el aquí y ahora, para tener la mente clara al momento de encarar las diferentes situaciones de la vida, cada vez más compleja en las sociedades modernas.

 

Qué es mindfulness

Es un estilo de meditación, basado en prestar atención a lo que está aconteciendo. Significa estar consciente de lo que sucede, tanto en nuestra mente como a nuestro alrededor. De ahí que la práctica de este tipo de meditación comience por atender la respiración, las diferentes sensaciones del cuerpo, y a partir de allí proyectarse hacia las sensaciones que nos rodean.

Es muy beneficioso destinar veinte minutos diarios a esta práctica, sobre todo al comenzar el día, para activar la atención, sentirse relajado y con energías para realizar las actividades que nos esperan. Pero lo más interesante es que podemos practicarla en cualquier momento y en cualquier lugar, simplemente destinando uno o dos minutos para resetear nuestro cerebro y continuar trabajando o estudiando.

La clave del mindfulness es que lo podemos incorporar a nuestra vida diaria. Así, en cualquier momento podemos detenernos y conectarnos con nuestra respiración, nuestro cuerpo y todo lo que tenemos alrededor. Porque justamente de eso se trata: no de escaparse del mundo, sino de integrarse en el aquí y ahora.

Beneficios de la meditación

Autores muy serios, como Daniel Goleman y Richard Davidson, han publicado materiales sobre los beneficios de la meditación. Es bastante sabido que nos ayuda a reducir la ansiedad y mejorar la concentración, pero siempre debemos recordar que cada persona es diferente. Puede haber quienes experimenten beneficios inmediatos, como quienes no los experimenten.

En mi experiencia personal, me ha servido para lidiar con circunstancias sumamente estresantes, como al trabajar con clientes demandantes y complicados, o en situaciones que me exigen estar muy atento a lo que sucede. También me ha sido útil para estudiar, ya que la concentración es vital para entender un texto y sacarle el máximo provecho. En cuanto a la salud, experimenté alivios con la ansiedad y con malestares del cuerpo como dolores y tensiones musculares.

La meditación también ayuda a descansar mejor. No siempre ayuda con el insomnio, ya que las causas de no poder dormir pueden ser variadas. Por ejemplo, si tenemos dificultades para conciliar el sueño porque estamos preocupados por algo, meditar nos ayudará, pero si tenemos el ritmo del sueño alterado debido a horarios de trabajo irregulares, ya tenemos un problema más complicado que requiere de la ayuda de un médico.

Cómo meditar

Yo comencé a practicar con meditaciones brevísimas. Esto se puede hacer sentado, en algún lugar donde estemos tranquilos y cerrar los ojos durante un minuto. Se puede programar el celular para que suene cuando se haya cumplido el tiempo. Durante esos sesenta segundos, simplemente prestar atención a la respiración. Sin intentar alterarla, simplemente observar, prestando atención al aire que entra y sale por la nariz, la expansión del tórax y los movimientos musculares, sin interferir. Descubriremos que en sesenta segundos pueden ocurrir muchas cosas en nuestra mente. Los pensamientos aflorarán e intentarán distraernos, pero es muy importante que no luchemos contra ellos, que simplemente los observemos. Simplemente observar los pensamientos.

Se trata de aprender a observar nuestra actividad mental, tomarnos un minuto de pausa y ser conscientes de algo tan maravilloso como respirar. Esto se puede hacer en cualquier momento del día y cuantas veces queramos. Cuando tengamos un poco de práctica, podremos meditar sin necesidad de cerrar los ojos, simplemente dirigiendo la atención a la respiración y observando los pensamientos. Se puede hacer al terminar una tarea, antes de comer, o ante una situación estresante; en lugar de reaccionar o desesperarse, simplemente respirar.

Solo respira

Tan solo prestar atención a la respiración ha demostrado efectos positivos. Esa es la razón por la que se recomienda para comenzar a meditar. Pero no se reduce a eso. Podemos, en su lugar, prestar atención a las sensaciones auditivas; volvernos conscientes de los sonidos del entorno, los más lejanos, los más cercanos. También se puede meditar cuando nos paramos frente a una obra de arte en silencio y nos quedamos apreciando sus colores y formas.

Básicamente se trata de experimentar el aquí y ahora. Estar presentes en atención plena. Pensemos lo que sucede cuando conversamos con otra persona. ¿Estamos mirando el celular cuando el otro nos habla? ¿Estamos pensando en lo que le vamos a decir? ¿Escuchamos con desconfianza lo que nos dice el otro? Cuando practicamos la atención plena, al dialogar con otro no hacemos otra cosa que escucharlo, sin juzgar, sino simplemente focalizándonos en entender lo que nos dice y captar sus palabras sin pasar por el filtro de los preconceptos.

Por lo antes dicho, meditar nos va a ayudar a tener relaciones humanas más plenas y a conectar con los demás en forma más directa de lo habitual. En retribución, los demás nos verán como buenos escuchas y personas que inspiran confianza.

Manteniendo una vida consciente

La práctica de mindfulness no se queda en veinte minutos de meditación cada mañana. Se expande hacia todas nuestras actividades, eligiendo siempre estar presentes donde estamos.

Esto significa varias cosas: en primer lugar, aprender a estar con nosotros mismos en lugar de procurar escapes permanentes, ya sea a través de la música, la pantalla del celular o las cavilaciones de nuestra mente. Segundo, aprender a estar plenamente con los demás; cuando dialogamos con alguien, escuchar con atención lo que nos dice en vez de estar pensando en otra cosa o en lo que vamos a decir cuando nos toque el turno. En tercer lugar, aprender a estar en silencio; al observar un cuadro o un paisaje, en lugar de decir: "¡qué bello!", "¡qué bien pintado que está!", o "¡qué paz se respira!", permitir simplemente que la belleza ocupe nuestros sentidos, sin interferencia de palabras o conceptos aprendidos. Lo mismo podemos hacer con la música: en lugar de hacer comentarios sobre la técnica del intérprete o las cualidades de un cantante, permitirnos sentir la organización de los sonidos sin que interfieran las palabras.

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